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Martes, 20 de Julio, 2004

"Mi negro mundo" por ReJeCt



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Mi negro mundo

Campo extenso, vasto, enorme, es aquel en el cual vivo.

Campo extenso, vasto, cruel, es aquel en el cual sigo...

Rios de plata falsa, superficial, aguas, lagrimas grises que bañan mis orillas de la soledad, palabras de animo las acompañan...

Un negro sol negro ilumina un vacio, solitario Universo.

Un negro astro negro, brilla, en un mas negro cielo...

Escrito por ReJeCt a las 00:11 | Comentarios (13)

Martes, 13 de Julio, 2004

Freaks, la parada de los monstruos

(Freaks, 1932. Tod Browning)

Estamos en un circo. Mejor dicho, nos encontramos en su trastienda, en el lugar en el que los integrantes del circo colocan sus caravanas, preparan sus números, realizan sus tareas cotidianas, se relacionan, etc. Artistas, trapecistas, payasos, animales y personas con diferentes malformaciones forman la fauna de este variopinto circo. En él, Hans (un enano) es seducido por Cleopatra (una acróbata), quien a su vez es amante de Hércules (el forzudo). Estos dos últimos buscan quedarse con la fortuna de Hans pero la intervención de los "monstruos" del circo (los deformes, los freaks) otorgará un nuevo giro a la historia.

«No hay excusa para esta película. Su producción ha requerido una mente débil, y su contemplación requiere un estómago fuerte. El motivo por el cual ha sido realizado es ganar dinero» (1). Escritos como éste (extraído de un artículo publicado el 8 de agosto de 1932 en el diario Kansas City Star) se prodigaron en la prensa de la época tras el estreno de Freaks. Poco después, y tras una amplia movilización social, la exhibición del film de Tod Browning fue prohibida en los Estados Unidos, tras haber intentado salvarlo aligerando su metraje. En Europa, la película corrió la misma suerte. Financieramente hablando, Freaks fue un fiasco total. Acabó por recaudar 164.000 dólares, cuando el coste total de la producción había sido de 316.000. Tod Browning, que había debutado en la dirección en 1915 y que llevaba más de cuarenta films a sus espaldas, sólo rodaría cuatro películas más en los siete años posteriores. No fue hasta 1962, con motivo de una retrospectiva que la Mostra de Venecia dedicó a los inicios del cine sonoro en Estados Unidos, que la cinefilia se hizo eco de la grandiosidad del film. Parece ser que el film rodado por Browning era, originariamente, mucho más cruel y tierno a la vez. No obstante, eso no fue un inconveniente para convertir a Freaks en una obra de referencia indiscutible. Vista hoy en día, la película todavía mantiene un halo de extraña poesía y de enfermizo magnetismo; no obstante, resulta difícil ponerse en la piel de aquellos que pudieron ver el film en 1932 y compartir su reacción ante el mismo. De film maldito a obra de culto, pero... ¿qué poseía el film para marcar de tal manera al director cuando tan sólo un año antes había conseguido un éxito importantísimo con el Drácula que encarnó Bela Lugosi?. Y sobre todo, ¿qué vieron en Freaks los coetáneos de Browning?, ¿porqué molestó tanto?, ¿qué pudo violentarlos de esa manera?.

Antes de contestar a estas preguntas, creo que es conveniente bucear un poco en la atormentada vida de su creador. Freaks es un film muy personal y, como suele suceder en este tipo de películas, caminando por la vida de su creador encontraremos pasajes que nos llevarán directamente a la historia que nos cuenta. Por favor, pasen y vean.

Charles Albert Browning nació en Louisville (Kentucky) entre 1880 y 1882. La fecha concreta no está muy clara y sus biógrafos no han logrado un acuerdo en este punto. Miembro de una familia sureña fiel al espíritu de la confederación, abandonó el hogar a los dieciséis años para enrolarse en una compañía de circo. Fue allí donde le rebautizaron con el nombre de Tod, que significa "zorro" o "embaucador" en inglés y "muerte" en alemán. Realizó diversas labores (presentador y voceador de las atracciones de criaturas deformes, payaso, contorsionista, mago).

En 1906, se casó con Amy Louise Stevens. El matrimonio fue un total fiasco y pronto se pudo a ver a Browning trabajando en las compañías de circo. Para poder subsistir, trabajaba también como actor de vodevíl y en espectáculos de claqué hasta que en 1913 fue contratado por la productora Biograph para trabajar como actor en unas comedias cortas.

Poco a poco, fue haciendo carrera dentro del cine. Pocas películas se conservan de esa época. Entre 1914 y 1915 realizó una cincuentena de films burlescos de un rollo de duración. Es en este momento cuando conoce a David Wark Griffith. Browning trabajará como ayudante de Griffith en el episodio contemporáneo de Intolerancia (Intolerance, 1916), interpretando también un pequeño papel. El primer paso en la dirección cinematográfica ya estaba dado. A partir de aquí, Browning fue contratado para la realización de films de dos rollos.

El 16 de junio de 1916, truncó su carrera durante un breve período de tiempo. Tuvo un accidente automovilístico al empotrar su coche contra un vagón de tren lleno de raíles. Además de la muerte de uno de sus amigos (hecho que le torturó durante el resto de su vida), el resultado del accidente fue fue traumática ya que perdió casi todos sus dientes (tuvo que dejarse crecer el bigote para ocultar una gran cicatriz) y ganó una cojera para el resto de sus días.

En 1918 realizó su primer largometraje, Jim Bludso, producido por Triangle, la productora de Griffith. Pasó después a la Universal (de donde fue despedido por desavenencias con sus directivos), y de allí a la Metro Goldwyn Mayer (donde no mantuvo mejores relaciones con sus mandamases), iniciando una extensa colaboración con el actor de los mil rostros, Lon Chaney, con quién Browning realizó lo más representativo de su filmografía.

Hasta aquí nada muy diferente a la mayoría de pioneros del cine que iniciaron su bautizo en el mundo del cine en aquella época. Sin embargo, fuera de los platós, Tod Browning era un hombre alcoholizado, misterioso (muy poca gente sabía a qué se dedicaba cuando finalizaba su jornada laboral), seguidor de las ciencias ocultas y practicante de misas negras y sesiones espiritistas, asiduo a las fiestas más salvajes de Hollywood... Incluso llegó a mantener una relación que escandalizó a la sociedad de la época con la niña Anna May Wong (que después sería la compañera de reparto de Douglas Fairbanks en El ladrón de Bagdad (The thief of Bagdad, Raoul Walsh, 1924) y provocó su segundo divorcio. Tras la muerte en 1944 de su esposa Alice, Browning prácticamente se clausuró en su casa de Malibú. Murió en la madrugada del 6 de octubre de 1962, víctima de un cáncer de laringe, igual que su amigo y actor prediclecto Lon Chaney. Su última película la había dirigido veintitrés años antes. Enigmático, marginal y autodestructivo; Tod Browning, una de las figuras más atrayentes de la historia del cine.


La gestación del guión duró cinco meses, y por ella pasaron otros tantos guionistas además del propio Tod Browning. Irving Thalberg, personaje que tiene una especial importancia en el trabajo de Browning ya que confió en él en sus peores momentos y produjo la parte más representativa de su filmografía, acogió en la Metro Goldwyn Mayer tras la ruptura del director con la Columbia y supervisó personalmente el redactado del guión. La idea original era elaborar un film que siguiera la estela de éxitos del terror recientes como El Dr. Frankenstein (Frankenstein, James Whale, 1931) o el mismo Drácula (Dracula, Tod Browning, 1931). Thalberg tuvo que sortear las presiones de los altos ejecutivos de la Metro, reticentes a financiar la película, y pronto vió que con el material que manejaba Browning no podría realizar un film de las características que pretendía la productora.

La elección del elenco de actores no supuso un gran quebradero de cabeza para Browning. Con un presupuesto muy ajustado, optó por contratar a actores de segunda fila como Leila Hyams, Wallace Ford y Henry Victor, o a una estrella que ya estaba en el ocaso de su carrera como Olga Baclanova. Para la elección de los freaks, el director de cásting recorrió durante varias semanas varias ciudades del este de Estados Unidos, realizando fotografías que enviaba a Browning para que él seleccionase a los elegidos.

La filmación de Freaks se realizó entre los meses de octubre y diciembre de 1931. No hubo problemas de relación entre los miembros del reparto pero sí con los técnicos y empleados del estudio que se negaban a convivir con los freaks. Finalmente, las criaturas tuvieron que instalarse en unos apartamentos separados del resto de miembros del rodaje.

Vista hoy en día, la película resulta de un clasicismo aplastante. Rodada con sencillez (la cámara apenas se mueve y cuando lo hace es para remarcar alguna emoción o para explicarnos sutilmente la relación que sustenta a los personajes), Browning plantea un cuento de terror moral en una atmósfera extraña pero en todo momento realista. Tal y como sucedió en el mismo rodaje, los freaks del film parecen tener un comportamiento mucho más noble que el de la sociedad que les rodea y les aparta por el simple hecho de haber sufrido alguna deformidad. No creo, tal y como comúnmente se explica, que la tesis de la película recaiga en hacernos ver la maldad que puede encerrar la normalidad y, en contraposición, la candidez que podemos encontrar en la anormalidad. Más bien, pienso que el microcosmos del circo simboliza a la sociedad. Una sociedad que marca sus propias reglas y leyes y rechaza a todo aquel que no que se diferencia del gran grupo. Evidentemente, Browning toma partido por el diferente, por el humillado, por aquel que es oprimido y despreciado. Los freaks no están exentos de humanidad; y como humanos, aman, envidian, odian, ríen... En este sentido, el acto de violencia que los freaks emprenden contra Hércules y Cleopatra no es un acto de crueldad sino de venganza justiciera. Una justicia diferente a la de la mayoría quizás, pero generada por su prejuicio y rechazo.

La película, además, comienza tal y como acaba. Un voceador anuncia a un fenómeno ante reacciones atónitas de miedo de los que allí concurren. Una historia contada en flashback, nos explicará como Cleopatra pasa de ejemplo de belleza a atracción repulsiva de barraca. Nada ha cambiado, ahora la guapa trapecista es una freak más, y como tal sufrirá el desprecio de aquellos que se consideran normales.

La primera parte del film, nos muestra la cotidianidad de las gentes del circo. Nos presenta la historia central entre Hans y Cleopatra y una serie de pequeñas historias como el amorío entre el payaso y otra chica o la de las hermanas siamesas y sus pretendientes. También podemos ver varias escenas, como por ejemplo la del paseo de los niños por el campo, que destilan una extraña poesía. Un lirismo, que como en toda la película, reposa más en la esencia de lo narrado, en el contraste entre lo bello y lo monstruoso, que en la construcción plástica (excelente de todos modos) que propone Browning. Por supuesto, no faltan los desplantes a los freaks, sugiriendo ya el enfrentamiento entre normalidad y anormalidad. Melodrama salpicado de comedia que sirve para colocar a todos en su lugar, no sólo se trata de humanizar a los freaks y realizar la acción opuesta con el resto de personajes, sino que dibuja claramente la dificultad de unir ambos universos (la escena de la boda es clave en este sentido).

En la segunda parte llega el terror, llega la tragedia vestida de pesadilla. No se trata de un horror fantástico sino que Browning lo extrae directamente de la realidad, sin ambajes ni fantasías. En Freaks no hay trucos de maquillaje ni efectos especiales, Browning nos muestra a los monstruos tal y como son.

La violencia que se ha ido generando en las sombras aflora de manera desbocada. No es una violencia catártica pues al final los dos mundos permanecerán separados. Es precisamente aquí donde la labor de Browning adquiere su mayor fuerza. En la primera parte del film, el director muestra con frialdad las vejaciones por las que pasan los freaks, estableciendo así con el espectador un cierto grado de sintonía e identificación. En el desenlace, los freaks son filmados a su altura. Viendo la escena del ataque de los freaks a Hércules y Cleopatra, casi podemos sentir el lodo por el que se deslizan o mojarnos con la lluvia que les empapa. La estrategia fílmica de Tod Browning deviene, de esta forma, en compromiso. El solitario, el amante de lo oculto y rechazado por muchos de sus compañeros, nos hace sentir por unos instantes parte integrante de ese mundo extraño. Sin duda, fue esto lo que los coetáneos de Tod Browning no pudieron soportar. El terror en el estado más puro, el miedo a lo desconocido, a dejar nuestras placenteras vidas para ser aquello que rechazamos.



Escrito por ReJeCt a las 00:59 | Comentarios (8)

Lunes, 5 de Julio, 2004

"A una mendiga pelirroja" por C. Baudelaire

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Blanca chica pelirroja,
cuyo traje por sus rotos
la pobreza deja ver
y la belleza,

para mí, pobre poeta,
tu joven cuerpo enfermizo,
todo de pecas cubierto,
su dulzor tiene.

Llevás más galanamente
que una reina de novela
sus coturnos de velludo,
tus zapatones.

En vez de un harapo corto,
que un vestido cortesano
en pliegues cuelgue brillante
sobre tus pies;

que en lugar de rotas medias,
para el ojo libertino
en tu pierna un puñal de oro
reluzca aún;

que nudos mal apretados
muestren, para nuestra culpas
tus bellos senos, radiantes
como los ojos;

y que para desnudarte
tus brazos se hagan rogar
y auyenten con golpes pícaros
dedos traviesos,

perlas del agua más bella
sonetos del señor Belleau
por tus galanes esclavos
dados sin tregua,

pajes al azar prendados,
¡mil señores y Ronsares,
espiarían divertiods
tu fresca alcoba!

Contarías en tus lechos
muchos más besos que lises
¡y tus leyes serviría
más de un Valois!

-Vas en cambio mendigando
algún despojo caído
al umbral de algún Véfour
de encrucijada;

vas mirando de reojo
joyas de cuarenta escudos
que, ¡perdóname!, no puedo
yo regalarte.

Vete, pues, sin otro adorno
perfumes, perlas, diamantes
que tu flaca desnudez,
¡oh mi belleza!

De Las flores del mal (1857)


Escrito por ReJeCt a las 23:37 | Comentarios (0)